lunes, 24 de mayo de 2010

Afiches

Cuéntame otra vez esa historia que dijimos no tenía final, cuéntamela hasta que se nos acabe el tiempo. Enséñame tus manos que son iguales, pero que ya no me sostienen. Sácame del espejo, tómame como a tu igual. Junta los pedazos de lo que rompiste; porque en mi sueño eras valiente. Deja de esconderte y muéstrame las manos. Ya no vacías, sino con tu futuro en ellas. Embárcate en el viaje, pero dime si me llevarás. Háblame aunque no hagas ruido, explícame, entiéndeme, cánsame. Piérdete en el mar de mis cabellos una vez más. Haz que mi boca sea tu puerta. Invádeme, prende la luz del cuarto que ya me cansé de no verte. ¿Por qué hemos de ser moscas haciendo dibujos diferentes con nuestro vuelo? ¿No podemos tomar tu y yo el mismo vuelo al futuro? ¿Es qué no montamos el mismo corcel? Nunca vi dos mitades que no encajaran una en la otra...

Sueños Guajiros...

-Toc, toc
-¿Quién es?
-Amm, soy yo.
-¿Yo? ¿Quién eres?
-Soy yo, es que creo que deje algo en tu bolsillo.
-¿En mi bolsillo? ¿De qué hablas? Hace mucho tiempo que yo ya no tengo nada tuyo.
-Te equivocas, estoy segura de que lo deje ahí. Sólo que quizá no te has dado cuenta. ¿Me dejas pasar?
-No necesitas pasar, ahí estás bien, ¿qué es lo que dices que tengo en mi bolsillo?
-Prometiste cuidarlo hasta el final. Yo también quiero cuidar el tuyo, pero no me dejas siquiera pasar.
-¿De qué me estás hablando? No tengo todo el tiempo del mundo.
-Lo sé, yo tampoco y eso es lo que me preocupa, cada sesenta segundos que pasan es un minuto que jamás podremos recuperar, y quien quita y al final nos haga falta...
-Me parece que no estamos hablando de lo mismo
-Lugar común en nosotros. Y probablemente mi culpa, lo siento.
-¿Ya me dices que veniste a buscar? Aún no encuentro lo que se supone está en mi bolsillo. ¿Hace cuánto que está aquí?
-Lo suficiente, te lo di sin darme cuenta, creo. Supongo que fue hace tanto que por eso tampoco tu te acuerdas.
-Pero, ¿qué es? Venga no me dejes con la duda.
-No pues si no te quiero dejar con la duda, es cosa de que tu me lo des. Si me lo quieres dar, y si no, me encantaría que te lo quedarás por siempre.
-Bueno, mujer, ¿quién te entiende? ¿No qué venías por eso, muy decidida, y no sé qué tanto?
-Nunca estuve decidida, pero me acabo de dar cuenta que mejor cuidado no va a estar en ningún otro lugar.
-Ah, ya sé de que me hablas. Ven, pasa, abrázame, déjame verte bien. No, nadie va a cuidar mejor tu corazón que yo.

sábado, 1 de mayo de 2010

Y cuando me asome al espejo...

Karen. K a r e n. Pedacito de soledad. Pajarillo volando sobre el mar. Una calle larga que lleva a una casa con jardín. Taza de té. Último rayo de sol a la tarde. La primera melodía de la canción. La nota que sobresale al sonar sola y armoniza acompañada. La sensación de un domingo por la tarde. El sabor de lo favorito. El miedo a caer de la cama. Karen. 5 letras. Dos sonidos. Compás, anochecer lloviendo. Esperanza. Veinticuatro gerberas en un jardín de margaritas. Veinticuatro páginas escritas con tinta indeleble. Letras sueltas en un papel. Ideas al vuelo. La mitad del año. Temerosa de principios y finales. Una foto en un libro abierto donde uno puede ver una mujer enfundada en un vestido paseando en una avenida ancha y despejada. De mirada alegre y tímida. Silenciosa. Ruidosa. De fácil llanto, de risa un tanto más. Derretible como la mantequilla. Bonita de a ratos. Coloreable. Cascabel. Yo. Yo-yo.

Querido:

Pero el amor... el amor se espanta si lo escribes. Se vuelve alérgico a la tinta. Demasiado grande para un Sans Serif. Se escurre entre los renglones y deja un desagradable charco dulzón y pegajoso. Cuando se escribe, al amor se le viste con corsé apretado y asfixiante. Los caracteres lo acortan y lo vuelven redondo. Cuando el amor se escribe, se esconde al cambiar la página. Una declaración dicha a solas, en un cuarto escuro, entre el ruido de la gente. Pero, si no hay otra forma de decírtelo, si ya no me queda otro camino; deja que te escriba, querido...