jueves, 8 de mayo de 2008

Recuerditos para imprimir


El fin de año, se acerca. La despedida más próxima cada día. Las lágrimas no faltan. El trabajo de fin de año fue firmado por los profesores actuales. Pero, ¿qué puede decir de mi, una maestra que lleva menos de un mes en el cole? ¿Acaso hemos vivido algo trascendental? Creo que nos ni nos hemos reído, así, como se debe de reír.

Entonces, yo quisiera pedir, (suplicar si fuera necesario) que aquel par de extraordinarios maestros que hacen tanta falta, pudieran "firmar" por medios electrónicos mi trabajo, que está llenos de fotos y anécdotas, para después imprimir el comentario y adjuntar. Si cualquiera de ellos no tuviera tiempo o simplemente, no quisiera ocupar su tiempo en ello, se le comprende y se le agradece. Y de otra forma, se les agradecerá de igual manera, y cabe decir que sus palabras quedarán perpetuadas en mi memoria.

2 comentarios:

Neto Citadino dijo...

Muchas muchas felicidades, han pasado una fase más que por muchas circunstancias no es fácil, pero créanme que lo que sigue es incomparable y nunca lo olvidarán.
Aunque pasé poco tiempo con Ustedes, siempre estarán en mi memoria, todos los buenos y malos momentos son parte de mi historia personal, misma que contaré cada vez que pueda.
Cada comentario, risa, cada participación o trabajo está guardado y siempre será una referencia para mi futuro o mi presente.
Nunca dejen de trabajar, nunca dejen de buscar el conocimiento, todo, absolutamente todo nos sirve, nunca discriminen a la gente porque no sabe lo que aprendieron, nunca juzguen a una persona por su apariencia, color, forma de pensar (aunque esta sea totalmente contraria a la suya) todos y cada uno de nosotros tenemos derecho a existir y coexistir.
A lo que sigue, la mejor época del estudiante, no dejen de estar así de unidos pues la amistad y la familia son las bases de nuestra vida. Diviértanse y no hagan nada de lo que después se puedan arrepentir.
Los felicito por ser unos buenos muchachos, sinceros, inteligentes y unidos.
En cuanto a ti, dueña del blog, te felicito por ser una estudiante dedicada y racional. Escribes muy bien, y te espera un buen futuro (claro está eso depende de ti). Puedo decir con total facilidad que me honra que en un corto tiempo fui tu profesor y también estoy seguro que igual que todos yo también aprendí como profesor.
También te felicito por ese amor a la Patria y esa constante curiosidad por la búsqueda de tus raíces, tu folclor e historia. Con eso puedes decir con orgullo que eres mexicana.
No te enojes si por alguna razón no tienes una calificación perfecta, a final de cuentas, no eres un número.
No te deseo suerte, pues la suerte es para los que no saben hacer su trabajo.
Hasta pornto y gracias por la confianza y más palabras alentadoras.

Celestina Tercioipelo dijo...

(Caray, parece que llego tarde a este post… Espero que todavía sea tiempo de anexar mi mensaje al trabajo. No sabes cuánto agradezco esta hermosa petición.)

Así que se termina la secundaria. Qué etapa, ¿no? Cuántas cosas suceden en sólo tres años, cuántos cambios, qué lazos tan fuertes, qué valiosa es la amistad, qué satisfactorio el aprendizaje. Y por si fuera poco, ¡ustedes tienen la oportunidad de realizar un viaje juntos!, ¡un viaje! (perfecta metáfora de la travesía que estos años —pocos, pero sustanciosos— han significado para ustedes).

No puedo sino sentirme orgullosa de haber sido parte de la historia, de su historia como grupo, de tu historia personal. Porque tú, ustedes son un capítulo importantísimo en la mía. Tengo un nutrido inventario de recuerdos y anécdotas al respecto. Una de mis favoritas es aquélla en que Martín se levanta disparado, a media clase, al confundir una alarma de coche con la alarma del simulacro. Me encanta recordar los ecos que recibió mi propaganda subversiva de Diablo Guardián y la lectura clandestina de un capítulo de Los detectives salvajes de Bolaño (un texto tan vanguardista y polémico que jamás hubiera recibido el permiso de los directivos), y también me da por pensar en la experiencia estética que significaban los ensayos de Trilce, en las tareas impecables de Ángel, en las bromas casi indiferentes de Éder, en las preguntas ingenuas de Yadira, en el conflicto de acentuación de Nallely (¿otra vez lo escribí mal?), en la participación silenciosamente activa de Karla, en las carcajadas de Braulio... Podría llenar hojas enteras hablando de cada uno de ustedes.

Tú, Karen, tú en particular representas para mí la juventud, el entusiasmo, la curiosidad literaria, la sensibilidad estética, la lectura comprometida, la intención de la correcta escritura por el puro placer que las palabras saben otorgar por sí mismas. Desconozco las coincidencias que me pusieron en tu camino, pero puedo decir sin duda que hablamos de un acierto kármico. Ni la gramática es dura ni la poesía inaccesible: eso es algo de lo que tú, tal vez sin darte cuenta, me enseñaste. La minificción es un género ante todo emotivo, la intertextualidad guarda secretos como de Nunca Jamás, el Mío Cid puede desconstruirse al extremo de lo femenino, Rusia es un espejo de su realismo literario, los gatos son más que pequeños dioses, Rayuela puede leerse también como un poema, Sor Juana Inés de la Cruz es más transparente después de la paráfrasis, las oraciones subordinadas conceden un placer peligroso y complejo, los adverbios de modo terminados en “mente” tienen utilidades persuasivas. ¿Cómo ves mi lista incompleta de aprendizajes proporcionados por Trilce?

No tengo que despedirme, porque me volé la clase, me salí sin permiso del salón, me gané un reporte y me expulsé voluntariamente. Y, si somos optimistas, podremos ver las ventajas de mi decisión: ahora somos verdaderas amigas; ya no hay códigos maestra-alumna, ni fórmulas impostadas de respeto, ni moderación lingüística, ni sermones relacionados con la tarea. Lo único que me queda decir, entonces, es que podemos volarnos la clase juntas un día de éstos. Podemos sentarnos a hablar de lecturas, de ropa, de zapatos, de niños lindos, de gatos satelitales, del crush más reciente, del director guapo, de lo que nos venga en gana.

Sigan viéndose, compañeros de grupo. Sigan riéndose de casi todo, sigan cuestionando las normas injustas, sigan hablando como locos, que el habla es, a veces, también un acontecimiento literario. Yo no voy a olvidarme nunca de ustedes. Y tú, Karen, tú yo y yo tenemos una cita pendiente. Hay un montón de palabras que esperan ser pronunciadas.

Con todo mi agradecimiento y mi cariño,

Belinda