Unos labios que no son labios, mientras no los besas... Y una piel, que es un pedazo de tela, hasta que el contacto con la tuya la llena de vida. Y un corazón, lleno de puntadas, que con cada latido dice te quiero, y con cada bocanada de aire pronuncia tu nombre.
Un estomago, prestado, indigestado de insectos volátiles... un pensamiento, encerrado en un frasquito de formol, en blanco y unas ganas inmensas de que la vida comience.
1 comentario:
Tu post me hizo recordar este poema de Benedetti:
Una muchacha que se desnuda
sin testigos
para que sólo la miren
el espejo o el sol
en realidad no está desnuda
sólo lo estará cuando otros ojos
simplemente la miren
la miren y consagren
su desnudez
(Se llama "Eucaristía".)
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